Desde Winnipeg (provincia de Manitoba) en Canadá.

Después de la rica y sorprendente acogida en la Isla de Güemes entramos en Canadá dispuestos a cubrir la cuarta y última etapa, con dos objetivos: por una parte, el Transcanadiense, tren que a lo largo de casi 5000 Kilómetros une el Pacífico (Vancouver) con el Atlántico (Toronto).


El segundo y principal objetivo era tener un encuentro con la Asociación del Camino de Santiago de Quebec, ya que de esa provincia, francófona y católica, han pasado muchos peregrinos por el Camino. Es lo que vamos a ver estos próximos días.

El lunes por la tarde-noche, despedimos a Marina, que tomaba su avión rumbo a Berlín desde el Aeropuerto de Vancouver.


El martes tuvimos un hermoso día de espera en Vancouver, así que lo dedicamos a recorrer esta moderna y bella ciudad del Pacífico.











Más tarde nos dirigimos a la estación de tren.


Y, desde allí, al anochecer, tomamos el Transcanadiense, rumbo a Toronto. De entrada, nos ofrecieron una copa de champán y la cena.


El tren fue ganando altura al pasar por las Montañas Rocosas, con bastante nieve.








El recorrido del tren era bonito, pero de una lentitud desesperante, ocasionada por el tráfico abrumador de trenes de mercancías. El tren comenzó a acumular retraso a medida que avanzaba el tiempo. En Winnipeg, cuando quedaban casi 2000 Kilómetros para llegar a Toronto (final del trayecto), el tren acumulaba ya más de dos días de retraso, por lo cual decidimos abandonar el proyecto del tren y seguir con el programa inicial.


Hasta el momento de dejarlo llevábamos 3 días y 3 noches y 3000 Kilómetros recorridos.Interesante pero demasiado largo para nuestro limitado tiempo. Por lo demás, todos estamos contentos con la experiencia.

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