Llegada a Canadá. Vancouver

Hemos llegado bien a Vancouver, tras despedirnos de nuestros anfitriones, Ian y Lisa, que son todo amor y generosidad.

Vancouver es una ciudad realmente interesante, pues por lo que de momento hemos podido captar hace converger muchas culturas y nacionalidades bajo una misma forma de vida, pero enriqueciéndose de la variedad. En un rato de paseo, junto al inglés, hemos escuchado ruso, alemán, español, japonés y chino. Se ven escuelas judías, inmobiliarias chinas, bancos suizos con trabajadores japoneses, indios trabajando en restaurantes mexicanos. Es grande, abrumadora por sus rascacielos que esconden algunas construcciones centenarias que hablan, desde sus piedras silenciosas, de cómo podría haber sido la ciudad, su historia alternativa que ya no tendrá lugar. Pensamos mucho en el recorrido andado, en la íntima y subterránea relación que une a los Güemes ya para siempre. Estamos llenos de alegría de los encuentros, del tejido que ya no se puede deshacer entre los nuevos hermanos de nombre y de experiencias. Hemos expresado muchas veces nuestro agradecimiento por estos días. Tantas, que quizá ya no conseguimos que se capte bien lo que hemos vivido. Aun no hemos tenido tiempo de procesar todo lo que hemos recibido, quizá no podamos hacerlo nunca plenamente. No ha sido sólo hospitalidad, generosidad y apertura, sino también el cuidado en su sentido más literal y también etimológico. Parece que cuidado viene de "cogitare", donde "Co" es una acción conjunta y "agitare" "llevar adelante, hacer avanzar, agitar, mover". Nos movemos juntos, de una vez para siempre. Así es como sabemos decir gracias. Moviéndonos juntos, agitándonos las conciencias, las experiencias y las vidas. Es un nombre común, Güemes, que lo remueve todo.





Marina se va ya de regreso a Alemania. Nos despedimos en Vancouver. Paqui, Ernesto y Miguel siguen camino a Quebec. Pronto, noticias desde el tren...

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